martes, mayo 09, 2006

4. LHD


Desde que la Junta de Gobierno del COAR tomó en febrero del año pasado aquel larguísimo y vergonzante acuerdo sobre elhAll con el que se cerraba una feliz etapa de animación y debate arquitectónico en nuestra comunidad (elhall n 89), he pasado unos cuantos meses con la sensación de que me faltaba algo, y por lo tanto, buscando, aunque de un modo vago e indefinido, lo que pudiera llenar ese hueco.

Con la costumbre de comentar o escribir alguna cosilla de cada dato, noticia o pensamiento sobre arquitectura que diariamente pasaba por mi mente, me veía una y otra vez ante la ausencia de un medio que hiciera llegar esa noticia o esa pequeña reflexión escrita a los demás arquitectos y amigos interesados en la arquitectura. En algunas ocasiones lo he sustituido por la correspondencia personal, y en otras (muy escasas) por volver a los medios de difusión tradicionales, pero en ambos casos he sentido que no acababan de funcionar. Que no me gustaban.

Con las nuevas tecnologías que nos proporciona internet pensé en crear una web e ir y colgando allí los artículos que fuera escribiendo; y con la reciente aparición de los blogs, se me ocurrió también la idea de abrir uno. Pero ni lo uno ni lo otro me convencían tampoco.

Ha tenido que pasar un año y pocos meses para que al fin diera con la fórmula. Y como suele ser habitual en todos los inventos, la casualidad ha tenido mucho que ver con ello. Yo ya sabía que el correo electrónico permite enviar un montón de cartas con la misma rapidez que una sola, pero era un invento que asociaba a la publicidad y no me había interesado apenas. Tanto es así que ni siquiera sabía cómo hacerlo. Pero al cambiar de cuenta de correo electrónico y al tener que aplicarlo para circular todas las noticias del Viaje a Brasil a los posibles viajeros primero, y a los resultantes después, he aprendido cómo se hace. Finalmente, al escribir un par de notas sobre las elecciones colegiales y el derribo de La Ideal a unos amigos arquitectos muy próximos a mí, me he dado cuenta que su utilidad no es exclusiva de la publicidad comercial. Había nacido el LHD.

Con el subidón que te da todo hallazgo, en las siguientes horas improvisé el número 1 con lo primero que tenía en las manos: la recepción del número 33 de la Revista Proyectar La Rioja; y en cuanto me levanté al día siguiente ya estaba pensando en el número 2 (Canes en Diente de Sierra), y con los acontecimientos del día vino el 3.

Con las prisas de toda entrega, lo llamé "el hall digital" pues de algún modo este nuevo invento es hijo de aquel; pero al intentar una especie de marca o de acróstico, las letras L H y D crecieron hasta formar ese simpática abreviatura con que designamos a una de las piezas más queridas y más universales de nuestra edificación: el Ladrillo Hueco Doble. Abundando en el juego nominal, la afinidad con el nombre de ese acidillo que proporcionaba placeres psicodélicos también me gusta mucho (sobre todo porque a su inventor le ha ido tan bien que hace unos meses conmemoraba su cien cumpleaños).

Con la idea en efervescencia, ya sabéis que las demás decisiones salen a borbotones: Formato electrónico: PDF; para poder introducir color y fotos y que pese poco en el envío. Formato analógico: DINA4; para que lo pueda imprimir fácilmente quien lo quiera coleccionar y usar como referencia cultural. Producción: variable; para escribir cuando se tenga ganas de contar algo y no por obligación. Difusión..., ah, eso merece un párrafo aparte.

La mayor novedad de esta nueva experiencia en comunicación, creo yo que es la forma de envío, porque abre una vía a mitad de camino entre la carta y la publicación tradicional. Es carta porque se envía selectivamente a quien quiera el autor del único artículo que tendrá cada LHD, y es publicación (publica) porque cada cual puede reenviarla a quien lo desee. No es carta porque no exige respuesta (correspondencia), pero tampoco es publicación porque no hay gastos de edición, ni ISBN, ni OJD ni el sunsum corda. Un simple envío al editor, o sea, a jdcorral@reterioja.com con la indicación de a quién poner o a quién quitar de la lista y…., listo.

Con el tiempo es posible que, de acuerdo con los colaboradores (si los hay) y a petición de alguien que lo descubra en el futuro, vaya colgando los ejemplares en una web, pero de momento lo importante es echar a andar el invento; pues lo cierto es que anda: sin darme cuenta ya está en el número 4.