miércoles, mayo 31, 2006

21. JUAN LANZAGORTA, arquitecto




Si todo le va tal y como lo tiene planeado, el domingo 4 de junio pasará por Logroño andando a Santiago un arquitecto mexicano un tanto... peregrino, por el que siento un gran afecto: Juan Lanzagorta Vallín.

En verano del 2002, con una previsión más anglosajona que latina, me pidió intercambiar su casa de Guadalajara (Jalisco) por la mía en Santa Lucía de Ocón (sistema de vacaciones que vengo usando desde 1996 y sobre el que ya comenté algo en el hC17 de elhAll 79), y en el verano del 2003 hicimos realidad nuestros planes. El quería venir al norte de España para indagar sus orígenes familiares y geográficos, que resultaron localizarse en las proximidades de Balmaseda, aunque según sus pesquisas previas, algún antepasado suyo (no muy formal porque no debió de cumplir con el contrato) debió de trabajar como cantero en alguna obra menor de la Iglesia de Murillo de río Leza hacía dos o tres siglos.

Entre que me pidió el intercambio y lo hicimos realidad, nuestro contacto se vio aumentado y enriquecido por el hecho de que el etnógrafo riojano Luis Vicente Elías se fue en otoño del 2002 a dar clases a la Universidad de los Franciscanos en Guadalajara (México) y puesto que yo tenía ya un contacto allí con Juan Lanzagorta, se lo facilité. Luisvi fue acogido generosamente en el círculo cultural y amistoso de mi aún desconocido arquitecto de Jalisco, y para cuando yo fui allí me encontré con un sin fin de numerosos e interesantes contactos.

Pero como esta página es de arquitectura y no de sociedad, lo que quería contar es que, además de un amigo, encontré en Lanzagorta una vida profesional muy interesante, y en algunos aspectos, hasta próxima. Dado que él estaba aquí mientras yo estaba allí, mi descubrimiento tuvo que ver con un par de libros suyos.

El primero, como arquitecto investigador, tenía como objeto el estudio de la figura de Rafael de Urzúa, arquitecto local completamente ignorado que compartió estudio con Luis Barragán en los años anteriores a la marcha de éste a México DF. La asimetría vital entre Barragán y Urzúa era tan notoria que resultaba atractiva: mientras Barragán acabaría por ser un santón de la arquitectura nacional, Urzúa se retiró a un pueblecito de las montañas (Buenos Aires de la Concepción) donde vivió una plácida madurez haciendo las pequeñas cositas que le pedían los vecinos, entre ellas una preciosa entrada al cementerio que algún día mostraré aquí.

El segundo, como arquitecto proyectista, tenía por objeto la publicación de su obra en los doce primeros años profesionales (1972 - 1983) y en ellos pude descubrir su gran ilusión por crear viviendas llenas de vitalidad, intimidad, formas, colores y misterios, así como por experimentar en edificios más urbanos con alegres texturas o atrevidas estructuras.

Supe por terceros que Lanzagorta había sido también un polemista crítico en su ciudad, usando los periódicos como tribuna para defender causas urbanas y arquitectónicas contra los abusos del poder o la ignorancia e insensibilidad; y supe también, aunque directamente de él, que finalmente había abandonado (o semiabandonado) la construcción para dedicarse a la enseñanza de arquitectura en la prestigiosa Universidad del Iteso (Jesuitas). Como es fácil deducir para quien me conozca,con estos mimbres los lazos estaban ya más que anudados, así que en cuanto le pasé el manuscrito de mi Manual de Crítica, hizo lo imposible para que lo publicara su universidad, cosa que al final consiguió en simultaneidad con la edición española.

Volviendo a lo social, para su estancia en La Rioja le puse en contacto con José Miguel León y la relación también fructificó con el viaje de la exposición La Arquitectura y el Comic a Guadalajara y con otras conferencias que Josemi dio allí y que tuvieron como epílogo aquel hC22 de elhAll84 titulado Puentes a México.

Ahora lo vamos a tener otra vez entre nosotros, pero justo de paso, como peregrino; y algo me dice que, en su peregrinar, entre otros misterios personales seguro que también estará buscando alguna clave que le haga más entendible nuestra profesión y sus santos, así como la arquitectura que nos ha tocado ver, vivir, hacer, y renunciar a hacer.