miércoles, junio 07, 2006

25. EL MEJOR, Y DE LARGO




El verdadero corazón del Concurso del Soterramiento del Ferrocarril en Logroño y del cosido urbano de la actual playa de las vías, no es otro que la estación del tren y el espacio urbano que ésta genera en su acceso. Por eso, en cuanto vi los cinco proyectos me dije que el mejor, sin lugar a dudas, era el de Rem Koolhaas. La solución de su equipo (OMA) coincidía casi exactamente con la solución de Zaera (FOA) pero la gran plaza cuadrada de éste último era bastante rígida y estaba fuera de escala. La habilidad de Koolhaas, sin embargo, consistía en ofrecer un espacio triangular en el que la nueva estación iba a aparecer como si hubiera girado 90 grados respecto de la actual, expresando de ese modo un gran respeto por la actual morfología urbana y el cambio de sentido de esa pieza central.

Para entender el mérito del proyecto de Koolhaas, que sólo por eso ya hubiera debido ser el ganador, nada como echar un vistazo a un par de fotos antiguas que, en su desnudez, muestran la gracia con que se lograron articular las dos estaciones de transporte público de Logroño (autobuses y ferrocarril) y sus espacios de acceso correspondientes. La fachada principal de la estación de autobuses, levemente girada respecto del gran eje de Vara de Rey, tiene la fuerza de tantos y tantos famosos edificios en V (Mendelsohn en Berlin, Ponti en Milán, etc) pero con la dificultad o asimetría de que el eje de la Avda de España que nos lleva hacia la otra estación es más amplio e importante que el de la calle Pío XII. Cuando la Avda de España llega a la estación del ferrocarril se abre a una generosa plaza (destrozada en los noventa por un inmundo parking) que permite la composición clásica y simétrica de ésta, pero que no va a impedir que mayormente se la reconozca en su perspectiva sesgada.

No creo que ni Luis González y Jaime Carceller en la estación de autobuses, ni José María Carreras en la del ferrocarril, fueran muy conscientes de la riqueza espacial que lograron con sus edificios respectivos (tan arcaicos ellos), pero no por ello cabe despreciar el gran valor urbano del conjunto. Y eso es lo que creo que de algún modo recogía y desarrollaba el proyecto de Koolhaas (…y lo que se cargará para siempre el de Abalos y Herreros con el gigante huevo frito sin yema y sus encuentros curvilíneos).

Más allá del corazón del proyecto, otro de los grandes méritos de la propuesta de Koolhaas (esta vez compartido con el de MVRD) era la recuperación formal de la carretera de Villamediana tristemente mutilada desde los años setenta por la ejecución del Plan Lobete. Si a ello unimos la singular y poética creación de un pequeño parque en trinchera entre la estación y la calle Villamediana que permitiese ver aún cómo llegan o salen los trenes de la ciudad, de largo que era el mejor.
Cierto que estos tres grandes méritos se mezclaban con unas cuantas tontadas escultóricas en las propuestas edificatorias de las manzanas, pero eso era lo de menos. Un buen Jurado debe saber distinguir el trigo de la paja, lo esencial de lo accesorio. Y por lo que vengo leyendo y razonando, eso es algo que no supieron hacer los componentes del Jurado que falló ese concurso tan importante para el futuro de Logroño.

No sé si es casualidad, pero por las mismas fechas en que cometieron el fallo (y nunca mejor dicho), el COAR, que participó en el Jurado nada menos que con su Decano, me cerró elhAll. He tenido que esperar más de un año hasta encontrar el LHD para poder decirlo por escrito y quedarme tranquilo en mi conciencia urbana. Pero ya está dicho. Y yo tranquilo.