miércoles, abril 11, 2007

ALFREDO ARRIBAS



Ya se me está olvidando lo poco que sabía de antes y lo poco que me quedó de la conferencia que Alfredo Arribas dio a mediados de marzo en las Jornadas de Diseño de nuestra Escuela, así que me temo que este post va a ser un arduo ejercicio de recuerdo para mí y un texto muy poco provechoso para el lector. Pero en fin, algo quedará: aunque sólo sean las razones de ese poco interés o ese olvido.

Una de las habituales distracciones provincianas es traer a figuras de relumbrón para que den una conferencia, enseñarles un poco nuestra ciudad, ser amables con ellos y ver de qué pie cojean. No sé exactamente de quien partió la idea de invitar a Alfredo Arribas a dar este año la conferencia más próxima a nuestro ciclo de Diseño de Interiores, pero lo que si sé es que la organizadora pensó en mí a la hora de presentarle. Y yo no me podía negar. Arribas es un hombre de fama, un nombre de moda, y yo, como profesor, un hombre de conocimiento. Pero como ya he dicho otras veces, no practico la religión de la Actualidad y no suelo estar muy bien informado (formado) sobre lo que se lleva para esta temporada en materia de arquitectura.

De Arribas recordaba, cómo no, que había estado en la “trouppe” de la “movida” barcelonesa anterior a las olimpiadas: colaboraciones con Mariscal, Juli Capella, Pep Cortés, Peret, etc., en bares, showrooms, discotecas, exposiciones, etc. En los años ochenta (cuando era joven) estuve suscrito a las revistas de diseño de Quim Larrea y Juli Capella, editadas primero desde el Croquis y luego con el grupo Z, así que estaba mucho más al día que ahora. En los estertores de esas revistas y tras el final de la fiesta olímpica pude aún tener noticia de que los diseñadores de aquella movida habían conseguido encargos, bien en grupo o por separados, por todo el mundo –todo el mundo que quería importar la fiesta o la movida. Especialmente en Japón, lo que siempre se me hizo muy raro, porque si a los japoneses no los entendemos ni haciendo turismo, como para entenderlos en la juerga.

A finales de los noventa, de Barcelona se oía que aquellos bares tan guays se estaban cerrando y que la alegría del diseny se había esfumado. Larrea y Capella se divorciaron y con el cambio de siglo ¡ay! pudimos descubrir a este último haciendo los Heron Cities (v Elhalln78). De Arribas no sabía nada. Con la madurez dejé de comprar revistas de diseny.

Así que para hacer la presentación de marras busqué en internet y encontré ¡cómo no! una entrevista de la ubicua Anatxu Zabalbeascoa en la que ¡cómo no! decía maravillas del arquitecto.

Como los datos que proporcionaba Zabalbeascoa me parecieron muy insulsos resolví hacer la presentación de Arribas en las Jornadas de Diseño justo al revés de cómo es habitual: si sabía poco o nada de él (fruslerías), lo más sensato –pensé-, no era decir cuatro tontadas sobre el conferenciante, sino presentar el público al conferenciante, pues a ese público si que le conozco muy bien. Y quedé de maravilla. O bueno, por lo menos resolví ingeniosamente la papeleta.

Arribas llegó tres cuartos de hora antes de la conferencia y tuve tiempo de invitarle a un café previo y de enseñarle el recorrido hasta el hotel. En ese corto periodo de tiempo Arribas habló por los codos, de lo que me alegré mucho, pues me encanta la gente comunicativa. Supe que venía a La Rioja no sólo por la conferencia sino a ver bodegas, pues algunos de sus intereses (como los de todo artista que se precie) van por ese derrotero. Como yo soy vinatero viejo y paso de la farándula bodeguera no le fui de mucha utilidad, así que le pregunté por sus proyectos por todo lo largo y ancho de este mundo y me explicó con una metáfora la forma de conseguir encargos: "los arquitectos somos como esporas haces una obra en un sitio y te van saliendo ramitas. La proyección de Barcelona con las olimpiadas fue tal que las ramitas nos llevaron a medio mundo, y en cada lugar que hacíamos algo nos fueron saliendo otras ramitas".

Una compañera definió la conferencia como un largo y tedioso pase de cromos. Los más se aburrieron con su forma de hablar, tan poco entusiasta, tan de arquitecto. Yo podría haber dicho que parecía un pesado vendedor enseñando todo su catálogo a ver si colocaba por aquí alguna de sus esporas, pero no lo hice, y no sólo por cumplir con la cortesía del presentador, sino porque su trayectoria estética me pareció interesante. Más que nada por el alejamiento de la obra de Capella. Cierto que por fuera, la mayoría de obras no dicen apenas nada (nada que mejore la ciudad, se entiende), pero en estos tiempos eso es casi una virtud. En los interiores, sin embargo, Arribas parece haber encontrado un terreno que la arquitectura tiene bastante abandonado, y que si se cuida bien y con pocas cosas (sin llegar al minimalismo) se pueden conseguir espacios muy agradables. Los de su última obra premiada con el FAD, los talleres de Ermenegildo Zegan, lo eran; vaya que sí lo eran.
Esa sensación me causó; no sé si estaré muy equivocado. A la salida de la conferencia tenía otras cosas que hacer y me despedí rápidamente. Y hasta hoy. En que si no escribo esto me quedo en blanco.

(La foto es de la búsqueda por internet previa a la conferencia. Me podía había haber hecho una foto con él para fardar luego, pero me da vergüenza; quiero decir: que me dan vergüenza ajena esas fotografías de las exposiciones de arquitectos en que salen retratados unos con otros encantados de posar juntos para la historia).