miércoles, julio 11, 2007

NOJA







No hizo sol el domingo pasado en Noja y a falta de día de playa me dediqué a ver arquitectura. Hice más de cien fotos de otros tantos edificios en un paseíto de poco más de dos horas. La densidad de motivos para fotografiar era apabullante. Acabé agotado. Las cinco muestras que traigo aquí no son ni mucho menos representativas del alcance de mi álbum. Y viendo esos edificios en fotos en vez de al natural, la verdad es que pierden mucho.

Me sorprendieron los colores, la formas de las cubiertas, los detalles decorativos de las esquinas, la riqueza formal de los huecos y hasta lo viajados que son los actuales arquitectos (el del polideportivo de la escuela se ve que ha estado en el Louvre).

En muchos casos me pregunté a qué Escuela de Arquitectura podría adscribirse cada bloque de apartamentos y en otros casos me puse a pensar qué dirían los duros profesores de Proyectos si vieran ahora las obras de sus titulados.

Lo más novedoso, sin embargo, no fue esa variedad tan pintoresca y cántabra de hacer arquitectura sino la capacidad de colocar las calles y los apartamentos para que en ningún momento te sintieras orientado y tranquilo en la nueva ciudad que es Noja. La disposición de los bloques dentro de las parcelas, la ordenación de los accesos mediante entradas exclusivas a cada urbanización, la colocación de los parkings, las pistas de pádel, las piscinas, los jardincitos sobrantes, las vallas y las señalizaciones, parecen organizadas por una mente superior para despistar a cualquier ladrón que intentase entrar en el poblado.

En algún sentido me sentí ladrón, claro: el botín de arquitectura y urbanismo que recopilé es impagable: me reafirma en que los Colegios de Arquitectos, las Escuelas de Arquitectura y los Arquitectos todos debemos tirar la toalla y llamarnos de cualquier otra manera. ¡Ya está bien lo nuestro!