viernes, enero 04, 2008

SOL DENTRO



Uno de los primeros mazazos que me llevé en los comienzos del ejercicio profesional de la arquitectura fue descubrir que en las casas no se podían hacer galerías. Según la moderna normativa de salubridad, todas las habitaciones de las casas tenían obligatoriamente que ventilar directamente a la calle o a patios; nunca a espacios intermedios tales como las viejas galerías.

Mi infancia fue una casa con dos galerías superpuestas. La de abajo, más formal y amueblada, y la de arriba, más vacía y destartalada, donde habitualmente jugábamos en invierno. Como el sol entraba a raudales en ellas, mi padre plantó en el jardín tres hermosas acacias para protegerlas del sol en verano, pero en cuanto llegaba el otoño y perdían la hoja, los días soleados de las tres estaciones frías las convertían en los espacios más alegres de la casa. Esta foto es de un día de estos en la galería de arriba:



El patrón número 128 del Lenguaje de Patrones de Christopher Alexander lleva por título “Sol dentro” y como casi siempre, su enunciado es bastante simplón (y la traducción bastante torpe). Dice así: “Si las habitaciones adecuadas están orientadas al sur, la casa será luminosa, soleada y alegre; si lo están las habitaciones equivocadas, la casa será oscura y triste”. Mala redacción y poca emoción.

En el texto argumental de dicho patrón tampoco hay mucho aprovechable, aunque me gusta esta frase: “pocas cosas como el sol brillando dentro de una habitación son tan importantes para la sensación que nos produce”. Como también me gusta ese detenerse, que viene a continuación, observando diversos rincones de las casas en los momentos del día en que el sol se cuela dentro y los llena de vida y color.

Pero el sol que entra por las ventanas siempre me ha parecido insuficiente y no es casualidad que la fotografía que pone Alexander para ilustrar este patrón (imagen de arriba) sea la de un gran ventanal o galería.

En aquellos primeros años de ejercicio profesional yo vivía en una casa alquilada de la calle de San Antón donde no tengo ningún recuerdo especial del sol dentro de ella. Pero cuando me puse a comprar piso para establecerme definitivamente en Logroño (eso fue en 1986) y tuve la suerte de encontrar uno viejo con galería, recuerdo perfectamente que era mediados de diciembre y que el sol la bañaba completamente.

Es una galería bastante más ancha que la de la casa de mi infancia y ello ha permitido amueblarla como sala de estar y comedor y darle un uso más intensivo. Pero lo importante en ella no es su uso, sino la alegría que me proporciona cada día cuando me la encuentro llena de sol (y ya no digamos cuando ese sol anuncia el final de las persistentes nieblas que el Ebro y el solano nos traen por estas fechas).

Por todo ello al patrón de Alexander yo le cambiaría un poco el nombre y para darle algo más de emoción, en vez de llamarlo “sol dentro”, lo llamaría “sol a raudales”. Porque es así como me levanta el ánimo y como lo celebro de veras. Y como para celebrarlo, lo mejor es compartir, ahí va un par de fotos de la galería de mi casa en estos días de navidad:



Lo que ya no puedo celebrar es que la normativa que rige el destino de las casas de nuestro tiempo siga siendo la misma que cuando empezó mi decepción por la arquitectura moderna